Escribir. Me gusta escribir. En la adolescencia descubrí que me gustaba. Empecé escribiendo copias de los autores que leía. De alguna manera creía que lo hacía bien, pero en la universidad los profes te ponen en tu lugar: la sintaxis, la coherencia y las reglas, te bañan con humildad.
Me gustaba leer.
No escribía tan bien.
Aunque no escribiera tan bien, seguía dándole al asunto.
Algunos cuentos, crónicas y poesías —de las malditas— y apareció el tema del guion audiovisual y cinematográfico. A este último le encontré el juego y me he sentido algo mejor allí. He escrito todos los guiones de mis películas de ficción. Sin embargo, la sensación de querer escribir bien nunca ha desaparecido. Recuerdo que en 2018, en medio de una misión académica en el Chocó Colombiano, trabajé sobre un personaje que me llamaba mucho la atención de la última película que había estrenado en aquel momento; DESTINOS (2016). El personaje me daba la impresión reclamaba algo más que acciones en un guion, así que decidí trabajar en un relato sobre él; tal vez podría convertirse en un cuento largo. Trabajé en el armazón del relato, lo hice a partir de lo que ya conocía de la investigación para la película, pero pronto me di cuenta que tal vez lo que ese personaje necesitaba era una estructura más grande. Entonces me dije: voy a escribir una primera novela. La sentencia quedó pactada. Leía y revisaba, pero no me sentaba a escribir —típico de los procesos de escritura.
En febrero-marzo de 2020 —justo antes de los confinamientos por la pandemia— me diagnosticaron un tumor maligno en el ojo izquierdo. Aquello se convirtió en el detonante para escribir como si no existiera un mañana. Tras iniciar los procesos para deshacerme de lo maligno; los malestares, la zozobra existencial y el encierro por el SARS coV-2; todo lo que tenía por dentro se enfocó en escribir. Hacer cine o continuar en lo que trabajaba era imposible, así que, era escribir o era escribir.
Tenía claro que no escribía bien en el entorno literario, así que me puse en el trabajo de entender las reglas, las formas y las herramientas. Me metí a varios cursos y leí toda clase de materiales. Hice preguntas a autores y recogí todo lo que pude para emprender la tarea. Debo admitir que lo hice de manera compulsiva y en corto tiempo, todo mientras empezaba a escribir una historia.
Del impulso rabioso por escribir tengo como resultado dos novelas que puedes conseguir, si buscas con entusiasmo. Además, tengo otras escritas sin publicar y esperando el momento apropiado.
Conoce sobre las dos novelas publicadas en los siguientes enlaces:
«Puños Van. Puños Vienen»
«180 Segundos» (La novela)